En la actualidad, se puede percibir una tensión constante entre la realidad política y la dimensión moral de aquellos que la ejercen. Esta cuestión ya fue planteada por Max Weber en su obra "El político y el científico", donde define dos tipos de ética: la de la convicción y la de la responsabilidad. Diversos autores especializados en relaciones internacionales han profundizado en este tema, como Mervyn Frost en "Global Ethics" y Joseph S. Nye en su ensayo "¿Importa la moral?".
Recientemente, el profesor Hal Brand ha generado un debate con su artículo "La era de la amoralidad. ¿Puede Estados Unidos salvar el orden liberal por medios iliberales?", donde plantea un punto de vista crítico sobre los fines de la política exterior de Estados Unidos. Según su razonamiento, la única forma de proteger un mundo propicio para la libertad es estableciendo alianzas y participando en acciones amorales con socios poco escrupulosos. Para el autor, la gran disputa actual entre Estados Unidos, China y Rusia es una continuación de la lucha histórica entre democracias liberales y regímenes autocráticos.
Brand fundamenta su argumento en la percepción de Joe Biden, quien en marzo de 2021 afirmó que "los futuros historiadores se preguntarán quién salió victorioso: la autocracia o la democracia". Según el autor, para mantener la estructura del mundo liberal, es necesario hacer concesiones a actores no liberales o incluso antiliberales. Esto puede verse reflejado en las relaciones de Estados Unidos con países como Polonia, Turquía, Filipinas, India, Vietnam, Arabia Saudita, Venezuela, Emiratos Árabes Unidos, Túnez, Nigeria y Afganistán.
A pesar de que el presidente Biden ha tratado de diluir la "batalla entre democracia y autocracia" en su discurso, el autor considera que esta posición es sólo una táctica circunstancial que no afecta la lucha estructural entre ambas dimensiones. Así, surge la pregunta de si Washington realmente necesita aliados antiliberales para enfrentar a sus enemigos antiliberales, o si estas son políticas que buscan ceder algo para obtener el todo.
Por último, Brand plantea la incógnita de si es posible que el "idealismo vertiginoso y el realismo brutal puedan coexistir" en la política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, la única salida para el laberinto contradictorio del sistema internacional, basado en los pilares contrapuestos del realismo y la moralidad, es la construcción de un orden de gobernanza global multilateral que establezca valores compartidos y mecanismos autoritarios para hacerlos cumplir.